Llevar un estilo de vida saludable es muy importante en todas las etapas de la vida, ya seas joven o mayor. Sin embargo, después de los 50 años, se debe prestar más atención a la nutrición. La dieta debe ser completa, equilibrada, variada y adaptada a la edad, sexo, actividad física y condición clínica de cada persona.
Como consecuencia del aumento de la esperanza de vida y del progresivo envejecimiento de la población, por ejemplo, en el País Vasco la mitad de la población tiene 50 años o más. Por ello, es importante conocer las necesidades nutricionales de este gran grupo poblacional.
A partir de esta edad, el cuerpo sufre algunos cambios fisiológicos, que determinarán, por un lado, cambios en el nivel de composición corporal (disminución de la masa muscular, aumento de la masa grasa y disminución de la densidad mineral ósea). Por otro lado, la capacidad de regenerar las células disminuye y comienzan a aparecer los primeros signos del envejecimiento.
Sin embargo, con una dieta saludable y ejercicio regular, estos efectos pueden retrasarse o minimizarse con el tiempo. En este sentido, es necesario mejorar la ingesta de determinados minerales y grupos de alimentos, y salvo situaciones carenciales, la mejor fuente es la propia dieta.
Además, no se debe excluir ningún grupo de alimentos, sino consumirlos en las proporciones adecuadas. La ingesta debe adaptarse a la edad, peso y condición física de cada persona. También debe ser flexible, siendo siempre recomendable realizar un plan elaborado por dietistas y especialistas en nutrición.
A continuación, te contamos las necesidades nutricionales de un adulto mayor de 50 años:
6 alimentos para mantenerte saludable
Una dieta saludable sirve no sólo como tratamiento, sino también como prevención. De hecho, reduce las posibilidades de padecer enfermedades como diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia.
Mantener una dieta equilibrada que aporte los nutrientes necesarios ayuda al organismo a funcionar correctamente.
En general, las personas mayores de 50 años deben consumir diariamente frutas y verduras, legumbres y proteínas de alto valor biológico en carnes magras, pescado y huevos. Evite también los azúcares simples y las grasas saturadas.
Incluir frutos rojos en tu dieta te aporta fibra, vitamina C y flavonoides antiinflamatorios y antioxidantes.
Son una excelente fuente de proteínas y calcio.
Verduras como la col rizada, la rúcula, el brócoli o las espinacas son ricas en fibra y ricas en vitamina K, ácido fólico y calcio.
Fuente de proteínas bajas en grasas y fuente de ácidos grasos omega-3, ácidos grasos esenciales con numerosos efectos beneficiosos, especialmente a nivel cardiovascular. Abundan en pescados como el salmón, el bacalao o el atún. También contienen altas cantidades de vitamina B12.
Las nueces o las almendras, por ejemplo, aportan grasas para el corazón.
El agua no es alimento, es verdad. Sin embargo, a medida que envejeces, deberías prestar más atención a la hidratación. A medida que envejecemos, el mecanismo de la sed no es tan bueno. Por lo tanto, se recomienda vigilar el consumo de agua, especialmente cuando hace calor y hay humedad y cuando se suda, por ejemplo cuando se trabaja en el jardín. Beber más agua puede ayudar a combatir los efectos de la disminución de la función intestinal relacionada con la edad. Y recuerda que muchas veces pensamos que tenemos hambre, cuando en realidad tenemos sed.