Hablar de ancianas y ficción es hablar de gerontofobia, de la falta de narrativa y de cómo siempre son más jóvenes que los hombres.
No es ningún secreto que a medida que los actores de todo el mundo envejecen, se les ofrecen menos trabajos. Los personajes interpretados por mujeres mayores de 60 años suelen tener ésta como foco de su personalidad, la edad, lo que reduce su papel al de madre o abuela.
Según el estudio 'Frágiles, desaliñadas y olvidadas' sobre el papel de las mujeres mayores en el cine, sólo uno de cada cuatro personajes mayores de 50 años es mujer. Además, la discriminación por edad, entendida como un proceso de estereotipar y discriminar sistemáticamente a las personas en función de su edad, conduce a una representación menos diversa y estereotipada de las mujeres mayores. Entre los datos recogidos por la investigación, más de la mitad de los personajes mayores de 50 años (56,9%) tienen alguna característica estereotipada. Las personas mayores aparecen como testarudas (32,8%), malhumoradas (31,9%), físicamente poco atractivas (17,2%), pasadas de moda (17,2%), solitarias (15,5%) y físicamente inactivas (12,1%), entre otras características.
A pesar de todas estas barreras que nos pone la televisión para ver y escuchar a mujeres mayores, hay ficciones donde nos hablan y nos gritan que destruyamos la familia. 'Las chicas de oro', 'Grace y Frankie' y 'Señoras del Hampa' son tres series nacidas en contextos sociales diferentes, y sin embargo hacen un monólogo sobre el sacrificio, el arrepentimiento y la impotencia por dedicar sus vidas a cuidar de la familia.
'The Golden Girls' (1985-1992) es la historia de la vida de cuatro mujeres, divorciadas o viudas, que comparten casa en Miami, 'Grace and Frankie' (2015-2022) cuenta la vida de dos mujeres después de 70 años . Los maridos admitieron que no son sólo colegas, son pareja desde hace 20 años. 'Señoras del Hampa', por su parte, será la vida de un grupo de madres del madrileño barrio de Carabanchel que pasan de conocerse a ser cómplices -y una abuela, que será la más interesada-, integrantes de un asesinato.
No es casualidad que en la primera temporada de las tres series haya una anciana que muestre este sentimiento de impotencia. En el caso de "Las chicas de oro", Rose, el personaje interpretado por Betty White, reflexiona: "Nos casamos, tenemos hijos, los hijos se van y el marido muere. ¿Están intentando ponernos a prueba? No trabajas tan duro, no pasas por tantas dificultades como para terminar solo. (...) Nuestras familias se han ido y estamos solos. Tenemos tantos años por delante que no sé qué haré".
Por su parte, Grace -Jane Fonda- hace un monólogo muy parecido: "Hice todo lo que tenía que hacer. Pasé más de cuarenta años ayudándolo, criando a sus hijas, comprando con su madre y ocupándome de todo para que él no tuviera que ocuparse de nada. Seguí todas las reglas, ¿por qué no me dijiste que había reglas?, Eso no es justo".
Finalmente, Amparo -Mamen García- en 'Señoras del Hampa', con su marido en coma desde hace años, mantiene una conversación en la que cada mensaje sobre el abandono es respondido por el principal mandamiento de la buena abuela: la abnegación.
A pesar de las grandes diferencias en los recorridos vitales de los personajes y, sobre todo, de los 30 años de diferencia entre las tres series y los distintos contextos culturales, a estos ejemplos los une el sentimiento que Anna Freixas, gerontóloga feminista, llama ser cuidador. Sin compensación, en una mujer que ha dedicado toda su vida a cuidarlos, pero a la que no le devuelven el dinero cuando la necesitan.
Esta situación en la que la organización familiar ha marcado su proyecto de vida, cuando se disuelve, lleva a repensar el sentido de su dedicación a la familia. Como dice Sophie Lewis, la principal teórica sobre el tema "Abolir la familia" -el título de su último libro-, "es un tabú obvio lamentar la paternidad". Sin embargo, las mujeres de estas ficciones están poniendo sobre la mesa lo que muchas mujeres mayores repiten cada día a sus familiares más jóvenes: ser libres, no casarse y no tener hijos. Quizás no sea tan tabú lamentar la maternidad, tal vez no escuchan lo suficiente lo que dicen.
Hablar de vejez y de eliminación de la familia es, por tanto, comprender que la felicidad de Rosa, Gracia y Amparo está ligada al fin de la estructura familiar.